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Title
   Sabiduría de Arriba(7) - Sabiduría de Arriba 7    
Speaker
   Rev. Jaerock Lee
Pasaje
   Santiago 3:17
Date
   2008-10-05



: “Sabiduría de lo Alto (7)”

:
“Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía.”


En los Estados Unidos, durante la Gran Crisis Económica de 1930, una señora mayor fue sorprendida robando una lonja de pan. Su hija estuvo enferma en cama y no habían comido nada por tres días. Ella explicó que tuvo que hacer algo debido ya que sus nietos estaban muriendo de hambre.

¿Qué tipo de sentencia le daría usted?

Aquellos que escucharon la historia obviamente deseaban perdonarla, pero el juez la sentenció con una multa de diez dólares. No era una suma pequeña de dinero en aquel entonces. Obviamente, ella no disponía del dinero para pagar la multa, por tanto ella debía ir a la cárcel. Los espectadores se tornaron bulliciosos, entonces el juez continuó diciendo: “Yo la sentencio con una multa, pero yo también tengo cierta responsabilidad por ella, porque yo vivo una vida de opulencia mientras que ella está sufriendo, por tanto yo pagaré la multa. También, cada uno de los presentes en esta corte es responsable por ella en la misma forma, así que deberán entregar cincuenta centavos cada uno para ayudarla” La gente presente contribuyó el dinero con mucha disposición y el juez se lo dio a la señora pobre. El juez debe respetar la ley sin importar cuán lastimosa sea la situación o el ofensor. Pero debido a que este juez tuvo lástima del ofensor, él buscó la manera de cumplir con la ley como de ayudar a la pobre mujer.

Si nosotros tuviésemos este tipo de sabiduría en misericordia, ¡cuán cálidas y hermosas serían nuestras vidas!

Esta es la séptima sesión de la serie “Sabiduría de lo Alto”

Yo anhelo que al terminar este mensaje usted esté lleno de sabiduría de bondad en sobremanera.

Y ruego en el nombre del Señor que a través de esto sus vidas rebosen de abundancia y emociones.


Amados hermanos y hermanas en Cristo.
La sabiduría de lo alto, es pura ante todo y además pacífica.

Si nosotros tenemos paz en nuestro interior, entonces las siguientes virtudes que tendremos serán amabilidad y benignidad.

Si cultivamos la amabilidad y la benignidad con generosidad y un corazón amplio en la verdad, naturalmente cosecharemos el fruto de misericordia y fruto bueno.

La misericordia significa generalmente el sentir compasión por otros. Pero en lo espiritual, la misericordia no significa tener compasión de otros, sino considerar un alma como algo más precioso que el mundo entero.

A pesar de que una persona parezca no tener esperanza alguna, siempre y cuando la persona tenga vida, nosotros no debemos darnos por vencidos sino tratar de guiar a aquella persona a la salvación.

Al mostrar este tipo de misericordia podremos cosechar varios frutos mediante las obras del Espíritu Santo, y estos frutos se convertirán en buenos frutos.

En este tipo de misericordia se encierran varios aspectos, que incluyen la misericordia de perdón, misericordia de castigo, y misericordia al ofrendar.

Primero, hablemos sobre la misericordia de perdón. El corazón de Dios es misericordioso en sí.
Si Dios no perdona a los pecadores sino que trata con ellos estrictamente de acuerdo a la Ley, ¿quién en este mundo sobreviviría?

Pero debido a que Dios muestra misericordia nosotros podemos tener oportunidades para arrepentirnos y alcanzar completa salvación.

Al igual que el corazón de nuestro Padre Dios, el corazón del Señor es también misericordia en sí.

Mateo 12:20 habla de Jesús diciendo: “La caña cascada no quebrará, y el pábilo que humea no apagará, hasta que saque a victoria el juicio.” Jesús persistió inclusive con aquellos que parecían no tener la esperanza de recibir salvación, aquellos que eran como una caña cascada y el pábilo que humea. Jesús dijo que no ha venido para escoger a los justos sino a los pecadores y para llevarlos al arrepentimiento.

Él predicó del perdón y del evangelio aún a aquellos pecadores quienes fueron despreciados por otros, tales como los recaudadores de impuestos y las prostitutas. Jesús hizo obras muy asombrosas y buenas, pero aún así existieron personas quienes se opusieron a Él hasta el final.

Hubo una persona quien vendió a Jesús, fue Judas Iscariote.

Jesús no abandonó simplemente a estas personas diciendo: “Ustedes no tienen el corazón que se requiere para recibir salvación”.

Él les enseñó la verdad hasta el último momento para abrir el camino de salvación para ellos. Finalmente murió en la cruz y abrió el camino de salvación para toda la humanidad. Aquellas almas que son salvas mediante el precio de la sangre de Jesús constituyen el buen fruto que Jesús produjo por medio de misericordia.

Hermanos y hermanas.
En Efesios 4:32 dice: “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.”

Dios nos pide que nos perdonemos unos a otros así como Dios y el Señor han tenido misericordia de nosotros y nos han perdonado. Pero para tener misericordia y poder perdonar a otros, tenemos que entender desde el punto de vista de los demás. Nosotros quizás no podamos entender a los demás desde nuestro punto de vista, pero si nos ponemos en su lugar, entonces podremos entenderlos y perdonarlos.

Por ejemplo.
- Supongamos que sus padres o su cónyuge, quienes no son creyentes, lo tratan mal. Pues usted posiblemente guarde quejas y resentimiento hacia ellos si es que no los comprende.

Si usted no los comprende, tampoco podrá amarlos, entonces tratará de evadirlos por temor o decepción.

Si usted comprende a otros sinceramente, y piensa.
Por ejemplo.
- “mi esposo en verdad no me comprende porque él no entiende acerca del reino espiritual, por tanto él se opone a mi fe”, entonces usted podrá mostrarle misericordia.

Usted podrá culparse a sí misma por la persecución que su esposo ejecuta sobre usted y podrá hacer oración de intercesión para que él sea perdonado. Al ofrecer tal oración de misericordia, Dios podrá cambiar el corazón de su marido. También así usted recibirá sabiduría para mover el corazón de él al hablarle. Usted podrá descubrir la manera de hacerle entender ya que él no es un creyente. Algo que puede ser muy natural y obvio para la esposa creyente, puede no ser entendido por el esposo no creyente.
Así que, al hablar de la iglesia o de la fe, si la esposa habla desde su punto de vista, el esposo solamente argumentará al respecto.

Si él argumenta, los sentimientos de ella serán heridos, y el esposo solamente tendrá mayor incomodidad en su corazón.

Entonces, usted no debe decirle al esposo que él está equivocado, sino que debe entender su corazón y debe pensar desde el punto de vista de él. Solamente así usted obtendrá sabiduría. Dios le dará las parábolas y ejemplos apropiados, y usted encontrará la manera de explicar las cosas de manera que su esposo no creyente pueda comprenderlas.

Es así también al interactuar con los miembros de iglesia. Algunas personas, aún siendo líderes en la iglesia, se quejan de todo y provocan momentos difíciles para otros.

Existen personas que han escuchado de la verdad por muchos años, pero siguen siendo falsos. Estos no han cambiado en lo absoluto y tratan de estafar y engañar a otros. Al ver a estas personas quizás no podamos entenderlas. Posiblemente pensemos: “Después de haber escuchado tanto acerca de la palabra de verdad, ¿por qué no han cambiado en lo absoluto?”

Pero si logramos entender a los demás tendremos misericordia de ellos. Ellos han escuchado la verdad y la conocen de modo que también anhelan adentrarse en lo espiritual. Ellos también desean amar a Dios y llegar a ser de apoyo para la iglesia y el pastor, pero debido a que demasiada falsedad ha sido sembrada en ellos desde su nacimiento y a través de las circunstancias durante su crecimiento, ellos no tienen la fortaleza para cambiar sus corazones hacia la verdad. En su mente saben que deben actuar en bondad, pero no tienen la capacidad de cambiar su corazón hacia la verdad.

Entonces, ellos sufrirán en sí mismos más que cualquier otra persona.
Ellos no pueden ser llenos del Espíritu o ser prósperos debido a que no pueden vencer su carne. ¡Cuán lastimosa es esta situación! Por eso, aunque ellos se quejen y demuestren un mal temperamento, nosotros no debemos aborrecerlos sino debemos demostrarles amor. Aún si enfrentamos daños en contra de nosotros por culpa de ellos, debemos soportarlos y aceptarlos.

Analizando en el tiempo transcurrido desde la apertura de la iglesia hasta hoy, han existido muchos tipos de miembros.

También han ocurrido muchas cosas que no se pueden entender en lo absoluto utilizando el sentido común, en algunas ocasiones algunos líderes desobedecieron y causaron tiempos muy difíciles para la iglesia. Algunas personas quienes habían experimentado las obras de Dios grandemente y le habían dado la gloria a Él, repentinamente cambiaron de parecer y se pusieron en contra de la iglesia.

Otras personas explicaron las situaciones difíciles por las que estaban atravesando y solicitaron apoyo financiero. Yo les ayudé de la mejor manera posible a pesar de haber tenido muy poco para ofrecer en ese momento. Pero luego aún estas personas retribuyeron tal gracia con maldad. Mas nunca he mencionado sus nombres desde el púlpito debido a que me preocupa que ellos enuncien más maldad y vayan por el camino que sin duda los conduce a la muerte.

Si alguien no puede aceptar un consejo o un reproche, y si esto es causa para que tropiecen, dejen la iglesia y se aparten de Dios, lo mejor es soportarlos.

E incluso aquellos que se han apartado de la iglesia, no menciono sus faltas sino que dejo la puerta abierta para que lleguen al arrepentimiento y regresen. Aún cuando se han dado cosas que no se pueden entender en lo absoluto, yo solamente he pensado en la bondad y me he encargado de cualquier cosa de manera silenciosa.

Al ver a aquellos quienes desobedecieron por sus pensamientos carnales, tuve misericordia de ellos pensando que posiblemente estaban pasando por un momento difícil al tener tales pensamientos. Yo he preferido dar a gracias a Dios en oración aún cuando ha habido gente que me ha causado gran sufrimiento y perjuicio personal. Me preocupó que si yo sentía que aquello era una injusticia y si me lamentaba por ello, Dios los pudiera abandonar. Es por eso que oré por ellos con gratitud y pedí la misericordia de Dios sobre ellos.

Pero no estoy diciendo que debemos perdonar todas las cosas incondicionalmente sólo porque consideramos que un alma es muy preciosa.

El propósito del perdón es el de salvar el alma de una persona. Pero a veces, el hecho de no cubrir las faltas de una persona sino de sacarlas a relucir reprochando una acción, es un acto de misericordia proyectada a salvar a una persona. Si tal persona no comprende este hecho, quizás no se da cuenta del tipo de muro de pecado que ha levantado entre sí y Dios, y luego posiblemente caiga en el camino de muerte.

Por tanto, el segundo aspecto de la misericordia es la misericordia de castigo.

Suena como si el perdón y el castigo fuesen opuestos, pero en realidad no lo son. Esto es así porque el castigo aplicado por misericordia no involucra juicio, condenación ni odio, sino que se realiza con amor. Es la misma situación que se da en el castigo permitido por Dios.

En Hebreos capítulo 12, en la parte final del verso 5 y en el verso 6 dice lo siguiente: “Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él\; Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo.”

Hebreos 12:3 dice: “Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos.”

Debido a que Dios nos ama y debido a que somos Sus hijos, Dios quizás nos discipline cuando hagamos algo incorrecto. Pero si nuestro muro de pecado es muy alto y Dios nos da la espalda, ni siquiera habrá disciplina más adelante.

En algunas ocasiones en que algunos de nuestros colaboradores en la iglesia han edificado un muro de pecado tan grande contra Dios, Él me lo ha hecho saber en detalle, pero me ha pedido que no los repruebe. Esto es porque existieron muchas advertencias para ellos pero no supieron escucharlas, y si yo revelo sus faltas y los repruebo, ellos actuarán en mayor maldad que la anterior.

En este tipo de casos yo no puedo hacer nada, simplemente me aferro a Dios con lágrimas a fin de que abra el camino de salvación para ellos, pero ni siquiera puedo mostrárselo directamente a ellos.

Hermanos y hermanas.
Yo anhelo que ustedes obren de acuerdo a la voluntad de Dios en todas las cosas de modo que no tengan nada que merezca ser reprobado o castigado. Aún si ustedes pasan por reprensiones o pruebas debido a que no somos perfectos aún, yo anhelo que ustedes caminen de la manera más sabia.

Algunas personas intentan esconder sus faltas y continúan dando excusas para evitar cualquier reproche, o se desalientan mucho cuando sus faltas son reveladas.

Pero tales actitudes son muy necias en verdad.

Si usted es sabio, usted debe alejarse de sus pecados inmediatamente, de la misma forma que se alejó David cuando fue reprendido por sus pecados.



Cuando nos arrepentimos con un corazón humilde, Dios sin duda nos perdona y nos restaura, aún estando en dificultades.

Por supuesto, no debemos arrepentirnos solamente de labios sino de corazón.

Entonces, si vivimos en la luz y producimos fruto de arrepentimiento, Dios ni siquiera recordará nuestros pecados pasados.

Hermanos y hermanas.
Ocasionalmente, debido a sus posiciones o situación particular, ustedes quizás lleguen a ser conocedores de las faltas de hermanos en la fe a quienes usted debe aconsejar, reprobar o exhortar. En este tipo de situación, usted debe examinar su corazón muy cuidadosamente. Usted quizás trate la situación como un consejo con amor, pero ¿no es acaso la mente maligna la que señala el pecado de otros dentro de su propia justicia y marco de pensamiento?

¿No será acaso que usted está tratando de enseñar y controlar a los demás según la manera que usted desea que actúen y de acuerdo a la altanería de sus pensamientos? Usted siempre debe analizar estas cosas.

En un caso en el que usted brinde consejo sin misericordia, si esa persona no acepta su consejo usted puede llegar a tener sentimientos contrarios hacia ella y puede darle la espalda fríamente. O quizás usted piense que aquella persona lo menosprecia y entonces siente que su orgullo sufrirá. De modo que usted reprende a esa persona con palabras aún más fuertes a fin de hacerle reconocer su error. Este tipo de exhortación es peor que no haber reprochado en lo absoluto. A pesar de que mencionamos la palabra de Dios, no podremos ver la obra del Espíritu Santo a menos que lo hagamos con amor. Aquello no permitirá que la persona entienda ni le dará ánimo, sino que le causará resentimiento y desilusión.



La persona quizás esté intentando cambiar al darse cuenta de su falta, pero al escuchar un consejo o crítica que contenga resentimiento, quizás se desaliente y se aparte. Por tanto, cuando aconsejamos o exhortamos a una persona, tenemos que hacerlo dentro de un contexto de misericordia y con un verdadero entendimiento de su corazón desde su punto de vista.

Así mismo, debemos orar por tal persona y aconsejarla con un amor que estaría dispuesto a dar la vida por él o ella. Al tener este tipo de corazón, podemos guiarlo hacia la verdad aún a través de la reprensión si es necesario.

Si nosotros tenemos interés angustiador y misericordia por tal persona, seremos sabios aún en la forma de reprobarlo.

En el libro de Apocalipsis vemos al Señor exhortando a la iglesia de Éfeso. Antes de exhortar a la iglesia de Éfeso, Él primeramente alabó de manera muy detallada aquello que habían hecho bien.

Una vez que su corazón estaba dispuesto luego de escuchar aquellos elogios, Él detalló las cosas que habían hecho mal y continuó dándoles una firme advertencia y exhortación al respecto. Luego de exhortarlos, Él los elogió una vez más por algo que ellos habían hecho bien. Al estar emitiendo una reprobación, Él consideró todo aspecto a fin de que los demás pudieran ganar fortaleza para obrar mejor.

Yo anhelo que ustedes también utilicen este tipo de sabiduría para tocar el corazón de los demás. Particularmente los padres deben ser muy cuidadosos cuando educan a sus hijos. Cuando los hijos hacen algo incorrecto, sus padres deben corregir aquello, los niños no tienen la fortaleza necesaria en el dominio propio para guardar sus corazones por sí mismos, de modo que a veces los padres deben hacer uso de la vara para que sus hijos puedan entender firmemente lo que está bien y lo que está mal.

Pero en ese instante los padres no deben interponer su ira, frustración o resentimiento al reprochar y reprender.

Efesios 6:4 dice: “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.”

Algunos padres dicen que están reprendiendo a sus hijos por sus faltas, sin embargo ellos se enojan con sus hijos y no son capaces de controlar sus sentimientos.

No les permiten simplemente darse cuenta de sus errores sino que lastiman sus sentimientos con una infinidad de palabras, tales como: “Te lo he dicho tantas veces, ¿por qué no puedes sencillamente escucharme? ¡Ni siquiera sé por qué te deje nacer!” O algo así: “¡No necesito un hijo como tú, simplemente vete de esta casa!”

Ellos provocan y deprimen a sus hijos con tales palabras. O lastiman el orgullo de sus hijos al compararlos con otros niños diciendo cosas como: “Tu amigo de la siguiente casa es un chico tan bueno y excelente en sus estudios. ¿Por qué tú tienes que ser siempre así?”

Si usted estuviese en la posición del niño, ¿respondería con verdadero arrepentimiento después de escuchar palabras como esas?

¿Pensaría usted: “He hecho algo muy terrible y lamento mucho haber causado tantos problemas a mis padres… tengo que comportarme mejor la próxima vez”?

¿O se pondría usted rebelde y respondería de manera negativa y con quejas?

Aún los niños muy pequeños son almas muy preciosas ante Dios al igual que los adultos. Inclusive cuando usted está tratando con sus propios hijos, debe considerar sus corazones y sentimientos con misericordia.

Pero al mismo tiempo usted no debe pensar que “si trato con mi hijo en este instante será con ira de todas formas, así que mejor no le digo nada”.

Usted debe pedirle a Dios que le de sabiduría para que pueda hacerles entender sin lastimar sus sentimientos.

En la siguiente sesión hablaré acerca de la misericordia al ofrendar.


Amados hermanos y hermanas en Cristo.
Misericordia es ponernos a nosotros mismos en los zapatos de otra persona y entender su corazón. Al hacer eso podemos adquirir sabiduría para tratar tal persona con misericordia.

Con esta sabiduría podemos fortalecer a aquellos que están cansados y confortar a los que están heridos.

Yo le motivo a servir y fortalecer a otros poniéndose a sí mismo en la posición de aquellos y guiándolos hacia el camino de vida.

Aún cuando vean a aquellos que no viven en la verdad, anhelo que los miren con ojos de bondad meditando en la forma de llevarlos a la salvación.

Mateo 5:7 dice: “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia”.

Como he mencionado antes, yo ruego en el nombre del Señor que Dios les muestre Su misericordia a ustedes que están también mostrando misericordia, y que les bendiga abundantemente en lo físico y en lo espiritual.

[Amén]

 
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